Que fácil es decir cuánto te amo,
qué fácil es decir cuánto te quiero,
qué fácil es decir yo amo a Cristo,
si al rato yo lo niego con mi hermano.
Qué fácil es decir yo voy al cielo,
qué fácil es decir pago mi deuda,
qué fácil es decir yo soy cristiano,
pero a mi hermano no he podido amarlo,
si al ato yo lo niego con mi hermano.
Pero de nada sirve decir tantas palabras,
sabiendo que en el alma no las puedo cumplir,
cumplir ese mandato que Cristo ha dejado,
que ame a mi hermano y después lo ame a él.
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